sábado

La fiesta.

El teléfono de casa llevaba sonando un buen rato, aunque lo que más se oía era el grito de mamá que aclamaba “¡Alguien atienda ese aparato de mierda!”. Mi hermana mayor fue la que cortó con la seguidilla de campanas, y luego fue a la habitación de mis padres a dar la noticia. Mi prima, Inés, haría una fiesta para celebrar sus 15 años, en un salón en el medio del campo. Si, un hermoso lugar para celebrar.
Nuestros padres nos obligaron a asistir con ellos, puesto que, a palabras de mi madre, “si nosotros tenemos que ir a esa fiesta de mierda, ustedes también van a tener que ir”. Parecía algo razonable, así que aquel 6 de marzo nos subimos al auto para encaminarnos a… quien sabe dónde. Porque a decir verdad, ninguno de nosotros estaba seguro de a que clase de lugar estábamos yendo. Mi tía nos había dado indicaciones de cómo llegar al lugar, pero por un descuido de mi hermana, el papel con dicha dirección había ido a parar a la basura junto con cosas que ni en la basura son bien recibidas.
-                    ¿Estás seguro de que vamos bien, Ricardo? – cuestionaba mi madre, la peor copiloto de la historia.
-                    La verdad que no, Raquel, pero si me estás rompiendo las pelotas cada cinco minutos no puedo concentrarme.
-                    ¡A mi no me hables así! Menos frente a tus hijas.
-                    No pasa nada – dijo mi hermana.- Nada podría ser peor que el hecho de ir a esta fiesta del averno, así que peleen todo lo que quieran.
Por la ventanilla derecha, dónde yo iba sentada, divisé una casa muy vieja a lo lejos. Se veían luces y algunas personas afuera.
-                    La fiesta debe ser ahí, a la derecha. Se ve gente
-                    Ah, claro – dijo papá, convenciéndose de la veracidad de lo que decía.- Acá era donde tu tía dijo que había que doblar a la derecha.
-                    ¿Estás seguro, Ricardo?
-                    No, Raquel, no estoy seguro. Pero no hay nada más que se vea habitado en las cercanías, así que debe ser eso.
Llegamos a la puerta del salón, la mayoría de la gente que estaba afuera estaban fumando habanos, y nos miraron con cara extraña, como cualquiera mira a alguien que desconoce.
El lugar era imponente, aunque algo venido a menos. Hacía a la idea de haber albergado a gente muy adinerada en su momento, aunque quien sabe porque ahora terminó siendo usada para hacer fiestas de niñas que quieren sentirse adultas.
Sin embargo, cuando entramos, el lugar no parecía una fiesta. Había muchísima gente, aunque todos de negro, y tenían expresiones preocupadas. Por un momento pensé que podría tratarse de un velorio.
Una mujer de mediana edad, con largo cabello rubio y un vestido aún más largo que su cabello, se acercó a nosotros.
-                    Buenas noches, los estábamos esperando. Pasen, veo que trajeron algo – dijo señalando el regalo que mi hermana traía en la mano.- Pueden dejarlo en cualquier lado.
-                    Gracias – contestó mi madre - ¿Puedo preguntar cuál es su nombre?
-                    Por favor, no es necesaria tanta cortesía. Pueden llamarme Lust. Se que no me conocían hasta ahora, pero yo si se sobre ustedes. Ricardo, Raquel, Mariel, y la pequeña Analía – dijo dirigiéndose a mi.- Por favor, pasen, están en su casa.
-                    ¿Inés? ¿Todavía no entró?
-                    Ah, ¡Inés! – contestó la mujer sonriendo.- Pronto va a bajar, no se preocupen.
Nos sentamos en una mesa con unas cuantas personas más, todos de negro, todos muy pálidos, y todos afirmaban saber sobre nosotros. Aunque nadie de mi familia parecía conocerlos.
-                    ¿Por qué todos están de negro? – me susurró mi hermana.- ¿Habrá sido un requisito para venir a la fiesta vestirse así? Ni que fuera un funeral
-                    Inés siempre fue muy rara. Quizás les dijo a todos que vinieran de negro, y la tía Jazmín no nos avisó. Hablando de eso, no la he visto todavía… tampoco al tío Diego.
-                    Seguro van a entrar con Inés. Además hay tanta gente en este lugar que podrían estar en cualquier lado
Nuestra conversación fue interrumpida por una música ensordecedora que surgió de la nada, un piano desafinado que entonaba una melodía un tanto siniestra, cómo si fuera la banda sonora de una película de terror de poco presupuesto. De la escalera que se situaba en el medio del salón, vimos bajar a… ¿Inés? Con un vestido enorme, negro, con muchas capas de tul, y un antifaz negro y dorado que cubría casi la totalidad de su rostro. Iba acompañada de quien parecía ser mi tío Diego, con un traje que parecía costar más que la vida de todos los presentes, y un antifaz un poco más modesto de color plata. Todas las personas aplaudieron al unísono, como si lo hubiesen planeado.
Inés… si, debía ser ella, pasaba por cada una de las mesas saludando a los invitados, y cuando llegó a la nuestra mostró sorpresa.
-                    ¡Me alegra tanto que hayan venido hoy! – dijo sonriendo.- yo pensé que lo iban a olvidar
-                    Claro que no, todos estábamos muy entusiasmados por venir a verte hoy – dijo mi papá, mintiendo, por supuesto.
-                    Muchas gracias. Ojalá disfruten la noche, y no olviden volver la próxima semana
Sin más, se dio vuelta y siguió recorriendo las mesas. Todos nos miramos extrañados, ¿Por qué la próxima semana? Se que su familia acostumbraba a las excentricidades, pero no creo que llegaran al límite de realizarle dos fiestas a Inés.
Cenamos casi sin hablar, nadie quería tocar el tema sobre el insólito recordatorio de mi prima. El resto de la noche siguió sin más, y aproximadamente a las  4:30 AM decidimos retirarnos. La quinceañera y Lust nos acompañaron a la puerta.
-                    Me alegra que hayan venido – dijo Inés, ajustando su antifaz con un moño en la nuca
-                    Muy linda la fiesta, Inesita – contestó mi madre. Inés la miró extrañada, y se limitó a asentir con la cabeza.
-                    Nos vemos pronto – saludó la mujer de cabello rubio.- Tengan mucho cuidado al volver.
Volvimos a casa, la noche era muy oscura y fría. A la maniana siguiente, otra vez el teléfono sonaba como si nunca se fuera a callar, y yo tuve la desgracia de tener que atender.
-                    Si, tía, la fiesta estuvo muy bien, pero olvidaste decirnos que había que ir de negro – apuré a decirle antes de darle lugar a que parlotee como un loro
-                    Pero, Analía, llamé para preguntar porque no fueron a la fiesta
-                    ¿Cómo que no? Si estuvimos ahí, es que había tanta gente que no nos debes haber visto, pero hasta hablamos con Inés cuando nos fuimos. Estaba con una mujer que se llamaba Lust.
Mi tía hizo un silencio sepulcral al oírme decir esto
-                    Analía, ¿A dónde fueron? – su voz sonaba preocupada y comencé a asustarme
-                    Doblamos a la derecha en una esquina que tenía un gran aljibe, era una casa enorme que parecía algo deteriorada… ¿Pasa algo?
-                    Analía… no hay nada en ese lugar. La casa donde creen haber estado no existe hace más de un siglo. Era el lugar donde se reunían las brujas todas las semanas. Es a más de 20 Km. de dónde la fiesta de Inés se hizo. 
Mi cara se torno blanca como un papel, y colgué el teléfono sin pensar siquiera en despedirme de mi tía.
Decidí que contarle esto a mi madre le causaría una deficiencia cardíaca, por ende sólo mi papá lo sabe. Volvimos al lugar unos días después del suceso y, efectivamente, al doblar a la derecha en aquel aljibe, sólo pudimos ver unos escombros de lo que en su momento pudo haber sido una mansión que albergaba a gente de mucho dinero…
Y quién sabe, si de haber vuelto a la semana siguiente, no podría ahora formar parte de esa siniestra y eterna fiesta inexistente.






Esta historia, detalles más, detalles menos, es real. Gracias a Ezequiel, que me la contó, por dejarme volverla cuento. 

4 comentarios:

  1. Tu Bestia fanática te sigue hasta en la sopa. Sos exquisitamente genial, Chapu!
    www.hastamisombrabrillaenestaciudad.blogspot.com.ar

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  2. Excelente relato!

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  3. Me gustó mucho. Suave y jovial pero frío y tenebroso. Bienvenida cuando quieras :) www.ronyleon14.blogspot.com

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  4. Me encantó, es real el relato? Y a esta hora es genial leer esto, muy bueno!

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